viernes, 16 de marzo de 2012

Infancia





Mi padre montaba a caballo, iba al campo.
Mi madre estaba sentada cosiendo.
Mi hermano pequeño dormía.
Yo solo, pequeño entre los árboles de mango
leía la historia de Robinson Crusoe,
larga historia que nunca termina.



Al mediodía blanco de luz una voz que aprendió
a arrullar lejos en los cuartos de esclavos y que nunca olvidó
llamaba para el café.
Café negro, como la vieja negra.
Delicioso café,
Un buen café.



Mi madre estaba sentada cosiendo
Y me miraba
—Psst… no despiertes al niño.
Miraba la cuna donde aterrizó un mosquito
Y suspiraba….qué profundamente!



A lo lejos, mi padre defendía
El bosque sin fin de la hacienda.



Y yo no sabía que mi propia historia
Era más hermosa que la de Robinson Crusoe.



Carlos Drummond de Andrade


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